La impresionante abadía-fortaleza del Mont Saint-Michel, ubicada en Normandía, Francia, ha sido reconocida como Patrimon
La impresionante abadía-fortaleza del Mont Saint-Michel, ubicada en Normandía, Francia, ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979. Este singular complejo arquitectónico se alza en un pequeño islote en medio de una extensa bahía, donde el océano Atlántico se encuentra con el estuario del río Couesnon. Aunque a menudo es comparado con el “Mont Saint-Michel del Sur”, la localidad de Saint-Bertrand de Comminges, cerca de los Pirineos, este último es menos conocido y también forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
Saint-Bertrand de Comminges parece flotar entre el cielo y la tierra, con murallas que se funden con la roca y calles empedradas flanqueadas por casas con entramado de madera. Antes de llegar a la cima, se recomienda hacer dos paradas: las ruinas del sitio arqueológico de Lugdunum-Convenae y la basílica de Saint Just de Valcabrére.
Lugdunum-Convenae fue fundada en el siglo I a.C y floreció hasta las invasiones bárbaras en el año 585. Aquí se pueden apreciar el foro, el teatro antiguo, las termas y la plaza con pórtico. La basílica de Saint Just de Valcabrére, rodeada de un paisaje que recuerda a la Toscana, es una de las iglesias románicas más hermosas de la región y data del siglo XII.
Sin embargo, el apogeo de Saint-Bertrand de Comminges se produjo durante la Edad Media, como lo demuestra la imponente catedral Sainte-Marie, que domina el pueblo y sus alrededores. Esta obra maestra del arte romano-gótico, construida entre los siglos XII y XVI, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998 como parte de los Caminos de Santiago de Compostela de Francia.
La catedral Sainte-Marie es un compendio de estilos arquitectónicos, incluyendo el románico del siglo XII, el gótico meridional del siglo XIV y los elementos renacentistas del siglo XVI. El contraste entre la austeridad exterior y la riqueza de su interior es sorprendente, con juegos de luces y sombras caleidoscópicos que se filtran a través de las vidrieras centenarias. La nave única se despliega como un espacio casi sobrenatural, con muros adornados con mármol y restos romanos reutilizados.
Durante siglos, la villa y su catedral han sido un punto crucial para los peregrinos que recorren la ruta del Piamonte hacia Santiago de Compostela (España), ofreciendo refugio físico y espiritual en su camino. La torre campanario de 33 metros, convertida en particular torre del homenaje, domina el breve skyline rural de Comminges como un faro de mampostería tosca que ha guiado a peregrinos durante casi un milenio.