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13,07,2025
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Viajar en el subte puede ser una experiencia agotante, especialmente en horas pico cuando los vagones se llenan de pasaj

Viajar en el subte puede ser una experiencia agotante, especialmente en horas pico cuando los vagones se llenan de pasaj

Viajar en el subte puede ser una experiencia agotante, especialmente en horas pico cuando los vagones se llenan de pasajeros y resulta difícil moverse. Aunque Tokio cuenta con uno de los sistemas de subte más modernos del mundo, con trenes que pasan cada 2,5 minutos y una puntualidad suiza, también se enfrenta a problemas de sobrepoblación en los vagones.

Ante esta situación, las empresas de subte de Tokio han recurrido a una solución poco convencional: contratar a equipos de “empujadores”, conocidos como “oshiyas”, para ayudar a los pasajeros a abordar los trenes de manera segura y eficiente. Este trabajo, que puede parecer extraño para los occidentales, es bien remunerado y atrae a estudiantes que necesitan un primer empleo.

Los oshiyas llevan a cabo siete pasos reglamentados para ayudar a los pasajeros a abordar los trenes. Antes de que el tren llegue a la estación, realizan chequeos de seguridad y, cuando el tren se detiene, vigilan a los pasajeros que suben y bajan. Luego, justo antes de que el tren arranque, guían a los pasajeros que no han encontrado un lugar a una puerta donde haya más espacio y los meten adentro del vagón a puro empujón. Una vez que las puertas se cierran, revisan que ningún pasajero u objeto haya quedado atrapado. Si algún pasajero está atrapado, lo empujan con más fuerza para adentro. Cuando terminan en su área, van a ayudar a otra. Una vez que las puertas se cierran, levantan una bandera, una mano o una lámpara para avisar al conductor que está todo OK.

Sin embargo, la idea de importar esta profesión a la Argentina podría dar lugar a una serie de problemas. Desde empujadores no habilitados que cobrarían fortunas por meter a la gente en los vagones, hasta manoseadores profesionales, pungas y vándalos que se aprovecharían de la situación. También habría rockeros que matarían el tiempo haciendo pogo sobre la masa y hinchas de fútbol que empujarían al grito de “vamo’ que hay que copar la tribuna”. Y, por supuesto, aquellos que se sienten solos y buscan el contacto humano, incluso a empujones.

En definitiva, aunque el sistema de empujadores de Tokio puede parecer eficiente en teoría, su implementación en otros países podría dar lugar a situaciones caóticas e incluso violentas.

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